Alsina


Fue un pimpollo.Una pequeña rosa maulladora, peluda, tersa.
Que se acostaba sobre mis pies.
Almohadoncito tibio, pompón de vida,
de energía salvaje y cariñosa.
Llegar fuera de hora era enfrentarse a un vendaval
de sonidos articulados, casi, palabra humana.
Vendaval de uñas trepadoras y lengua áspera.
Quejas y alegrías... casi de mujer.
Alsina, gata callejera, corredora de techos, alegría del tejado.
Madre de tres perlas vacilantes a las que alimentó
y enseñó el mundo; su mundo que ahora
comenzaba debajo de la cama y terminaba en la terraza.
Alsina viene, viene despacio y de mañana temprano,
Alsina, viene a las dos.
Y en mis sueños mas inocentes a veces puedo oírla
pisar a mi lado, con su suavidad felina y echarse lentamente
a mis pies, tal como lo hacia, cuando aún compartíamos la vigilia.
Y allí se queda,
hasta que la mansa luz del día la disuelve.



Néstor Telis

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